Por Fernando G. Castolo, Cronista Oficial de
Zapotlán el Grande
El señor Benjamín Ruelas en compañía del señor
Arias Pedroza tuvieron, necesariamente, que someterse a una profusa
investigación sobre los antecedentes que circunscribían a ésta y otras imágenes
del Santo Patriarca, para presentar documentación que apoyara la petición a
Roma.
En la segunda mitad del siglo XVIII en la
Diócesis de Popayán, en la República de Colombia, el M. I. señor Deán don José
Prieto y Tovar, gran devoto del Castísimo Patriarca, se propuso en vida
propagar el culto josefino en varios obispados de América.
Con este motivo solicitó y obtuvo de la
Sagrada Congregación de Ritos licencia para que fueran solemnemente coronadas
con autoridad episcopal las imágenes más veneradas de San José, ya fueran de
escultura o de pintura.
El Ilustrísimo señor Obispo de Popayán, don
Jerónimo Antonio de Obregón, dio su superior permiso al reinscripto pontificio
de 13 de abril de 1778 que concedía el deseado permiso al señor Deán antes
nombrado.
Igual gracia había pedido el doctor don
Francisco Vergara, Regente del Tribunal de Cuentas de Popayán, Mayordomo y
Tesorero de la Catedral de Nueva Granada, según documentos que se conservan en
Morelia, Michoacán.
En la Nueva España, las primeras coronaciones
josefinas se hicieron en la diócesis de Puebla de los Ángeles y en la de Michoacán.
Las de Puebla, autorizadas por el M. I. señor
licenciado don Manuel Ignacio González del Campillo, Canónigo Penitenciario de
la Santa Iglesia Catedral, Juez de Testamentos, Capellanías, Diezmos y Obras
Pías, Provisor y Vicario General de la diócesis angelopoblana, en la fecha del
23 de febrero de 1787.
En cuanto a las de Michoacán, muy solemnemente
fue la de San Luis Potosí, a solicitud de don Andrés Gutiérrez, Administrador
de la Real Renta de Correos, quien obtuvo la licencia respectiva por decreto del
1º de diciembre de 1789, expedida en la ciudad de Valladolid de Michoacán por
el Ilustrísimo señor Obispo Diocesano, ya mencionado en líneas arriba.
Con autorización del mismo prelado, fueron
coronadas, entre otras imágenes de San José, en marzo de 1790, las de Irapuato,
Real de Guadalcázar, Tangancícuaro y Valle de Santiago; en abril del mismo año
la de Tacámbaro y en julio inmediato la de Acámbaro.
En posteriores fechas otras muy veneradas
imágenes del Castísimo Patriarca recibieron el honor de la coronación en
diversas poblaciones de ese obispado.
Los antecedentes de la coronación pontificia
de San José señalan que en dos ocasiones anteriores ya se había hecho la
respectiva petición a Roma, y en ambas la respuesta fue negativa, ya que se
carecía de los elementos comprobatorios que justificaran plenamente la
importancia del Santo Varón, para que se considerada su coronación.
Uno de los hombres que más se esforzó en
conseguir la gracia de la coronación, sin duda, fue el señor Canónigo don
Antonio Ochoa Mendoza, de feliz memoria, quien hizo llegar a Roma importante
documentación sobre la trascendencia patronímica de San José en Zapotlán, no
logrando nunca ver en vida cristalizado su anhelado proyecto.
Ante las negativas que ya se habían dado desde
Roma a la petición de coronación pontificia, el señor Arzobispo don José Garibi
Rivera no se entusiasmaba con la idea de poder presentar nuevamente tal
petición.
Entonces, viendo el interés que la feligresía
zapotlense tenía con tal gracia, encomendó al señor Canónigo don Benjamín
Ruelas Sánchez, hiciera las respectivas pesquisas sobre el asunto en
particular, para lo cual se sometió a una profusa investigación y presentó
argumentos muy sólidos al concluir -como ya se había hecho hincapié con la
coronación diocesana de 1790- que José era heredero directo de la estirpe del
Rey David y esposo de María y, por lo tanto, era factible su coronación.
Hacemos notar aquí que es muy difícil el que
se conceda el respectivo permiso para realizar coronaciones pontificias a
santos que no pertenecen a la llamada "realeza celestial", es decir,
solamente aquellos que subieron al cielo en cuerpo y alma, según lo estipula el
rito de la cristiandad, que serían la Virgen María y Cristo Jesús; por ello, lo
sucedido hace cincuenta años debe de considerarse como una de los hechos más
especiales y significativos en la historia de la Iglesia de Ciudad Guzmán.
Bajo esta sinopsis histórica y, según hemos
sido informados, parece ser que en toda la República Mexicana no existía otra
escultura de San José que hubiera recibido tal distinción, al haber sido
autorizada su coronación el 12 de marzo de 1957, por Pío Papa Duodécimo, aunque
al aviso llegó a Zapotlán hasta el 27 de marzo inmediato.
"Tan fervorosa como antigua, según hemos
sido informados, es la devoción que no sólo los habitantes de la Parroquia
llamada "Zapotlán el Grande", sino también los fieles de las
parroquias vecinas y aún los que vienen de regiones lejanas, profesan a San
José, cuya venerable imagen se venera en la Iglesia Parroquial…
Por tales razones, el venerable hermano José
Garibi Rivera, Arzobispo de Guadalajara; añadiendo su propio ruego y encarecida
recomendación, presentó ante Nos las humildes e instantes preces del clero y
pueblo de dicha región pidiendo la gracia de coronar con Nuestra Autoridad y en
Nombre Nuestro, a la tan venerada y Alabada Imagen.
Nos, accediendo gustosamente a estos deseos
que nos fueron comunicados… damos al mismo Arzobispo de Guadalajara el encargo
de coronar con corona de oro, en nombre y con Autoridad Nuestra, la imagen de
San José, piadosamente venerada en la Iglesia Parroquial de Zapotlán el Grande,
dentro de los confines de la Arquidiócesis mencionada, en el día en que él
mismo elija, después de la Misa solemne, conforme al rito y fórmula
prescritos…" (Fragmento del Breve Apostólico).
¿Hay en archivo otra foto de San José, del
trono o algo así?