PRIMERA DE SEIS PARTES (Coleccionable)
Por: Fernando G. Castolo, Cronista Oficial
Este estudio trata sobre uno de los hitos
más acendrados de Zapotlán El Grande. Se ocupa de un asunto que es de la
importancia y de la dimensión de un pueblo que crea y recrea su cotidianeidad
en su razón de ser; en la parte más ínfima de su espiritualidad y de sus
creencias —cuando menos, mayoritariamente, hoy día—. Tiene como finalidad el
traer al presente, mediante una superflua investigación que hemos realizado, el
relato que prevalece en la memoria de muchos zapotlenses, sobre uno de los más
grandes acontecimientos que la comunidad ha experimentado en los últimos
cincuenta años: la pontificia coronación del Patrono de Ciudad Guzmán (y de la
Diócesis del mismo nombre), el Señor San José.
Este ensayo trata de ofrecer pormenores de
una porción de la vasta herencia cultural que Zapotlán El Grande ha dado a
Jalisco y a México, ya que es una localidad poseedora de un rico legado en
costumbres y tradiciones. Trae los acontecimientos que suman la esencial
identidad de un pueblo que se desborda al unísono de la chirimía, basada en una
celebración popular que cuenta ya con 258 años de historia.
"... Desde el 19 de septiembre de
1926, la promesa solemne de coronar canónicamente al Santo Patrono de Zapotlán
quedó latente en espera de la oportunidad para cumplirla. El 24 de octubre de
1956 —como es ancestral costumbre—, se verificó el sorteo para elegir Mayordomo
para octubre de 1957, tocándole en suerte la designación a la Sra. Estela
Sánchez de Arias Pedroza. El 4 de diciembre del propio año, la nueva
Mayordomía, en visita que hizo al Excmo. Sr. Arzobispo de Guadalajara, Dr. José
Garibi Rivera, le recordó la promesa de Zapotlán a Sr. San José, y le sugirió
la conveniencia de solicitar de la Santa Sede la autorización para coronarlo
canónicamente. El Prelado aprobó la iniciativa y en el acto comisionó al M. I.
Canónigo Dr. D. Benjamín Ruelas para elevar la petición al Vaticano…"
(Cibrián Guzmán, Esteban: Origen de la feria de Zapotlán el Grande,
Guadalajara, Jal., 1973, pp. 76).
Me refiero, ante todo, a la devoción
ardiente de los zapotlenses al Castísimo Patriarca señor san José, motivo que
culminó en uno de los más grandes homenajes que se le han tributado al Santo
Varón en la historia de la humanidad: su coronación "pontificia".
Al hablar de la próxima conmemoración que
habrá de llevarse a cabo en la comunidad católica de Zapotlán El Grande con
motivo del cincuenta aniversario de la coronación de las sagradas imágenes que
se veneran como patronos del pueblo, debe de hacerse énfasis en que es la
"pontificia", es decir, que fue autorizada por Breve Apostólica
mandada redactar por el Papa en turno: Pío XII.
La coronación "pontificia" recayó
únicamente en la escultura que, iconográficamente, representa a san José
(originaria de Guatemala, 1690 aprox.), entendiéndose que parte esencial de su
iconografía es el niño Jesús (obra del tapatío Agustín de Espinoza, 1909) que
porta en su mano derecha, por tal motivo sus cabezas se encuentran cubiertas
con coronas del tipo "imperial"; mientras que la Virgen del Rosario
(obra del queretano Mariano Perusquía, 1847) que le acompaña, por no haber
recaído en ella tal gracia, ostenta una corona del tipo "diadema".
Así que estaremos conmemorando el próximo 22 de octubre de 2007 las bodas de
oro de la coronación "pontificia" de Señor San José, y nada más.
Sin embargo, hemos de hacer una acotación
en el sentido del porqué debe de resaltarse la palabra "pontificia",
y ello se debe a que este Santo Patriarca ya había sido coronado, más no con la
categoría con la que fue distinguido hace cincuenta años.
Este santo patrono —juramentado desde 1749—
fue solemnemente coronado en nombre del Ilustrísimo señor don Fray Antonio de San
Miguel Iglesias, dignísimo Obispo de Michoacán, diócesis a la cual pertenecía
Zapotlán El Grande desde su fundación y hasta el 30 de julio de 1795 (dejando
de ser regenteada por el clero regular de la orden de N. P. San Francisco), por
el entonces párroco del pueblo, el señor presbítero y bachiller don Bernardino
Antonio de Lepe, el 9 de septiembre de 1790, quien solicitó la coronación el
día 29 de agosto del propio año.
Para obtener en Roma, la gracia de la
coronación, se hicieron valer entre otras razones, la de haber sido "San
José heredero legítimo del reino de Israel, en calidad de descendiente de David
y esposo de María Santísima, Emperatriz de Cielos y Tierra…", según se
apunta en los documentos que se resguardan celosamente en el Archivo de la Arquidiócesis
de Michoacán.
Sobre este documento tuvo noticia el propio
don Antonio Arias Pedroza, quien, en compañía de su esposa, la señora Estela
Sánchez —mayordoma electa para las fiestas josefinas de 1957—, fueron los
encargados de llevar a cabo las respetivas gestiones para la pontificia
coronación de la sagrada imagen de san José.
"... Pues bien, este zapotlense y buen
josefino tuvo una idea, que aunque en un principio parecía descabellada,
mereció el apoyo arzobispal: nada menos que pedir a Roma el permiso para la
Coronación Pontificia de Señor San José como patrono de este pueblo..."
(Arreola, Juan José: La feria, México, 1963, pp. 156-157).